Correr en montañas es una experiencia que muchos amantes del deporte y la naturaleza disfrutan. Sin embargo, la altitud puede presentar desafíos significativos, siendo el mal de altura uno de los más comunes. Este fenómeno ocurre cuando el cuerpo no se adapta adecuadamente a la disminución de oxígeno disponible en altitudes elevadas, lo que puede causar síntomas como mareos, náuseas y fatiga extrema. Para quienes se aventuran en terrenos montañosos, conocer cómo prevenir estos efectos es crucial para garantizar una experiencia placentera y segura.
El objetivo de este artículo es proporcionar información detallada sobre cómo evitar el mal de altura al correr en montañas. A lo largo de las siguientes secciones, exploraremos qué es el mal de altura, sus síntomas, cómo se puede prevenir y qué medidas tomar si se presentan los síntomas. Además, ofreceremos consejos prácticos que ayudarán a los corredores a disfrutar de sus aventuras sin comprometer su salud.
¿Qué es el mal de altura?

El mal de altura, también conocido como mal agudo de montaña (MAM), se produce cuando una persona asciende a altitudes superiores a los 2,500 metros sobre el nivel del mar sin permitir que su cuerpo se adapte adecuadamente. A medida que se asciende, la presión atmosférica disminuye, lo que resulta en una menor disponibilidad de oxígeno. Esto puede afectar el rendimiento físico y provocar una serie de síntomas incómodos.
Existen diferentes grados de mal de altura, desde síntomas leves como dolor de cabeza y fatiga hasta condiciones más graves como el edema cerebral de altura (HACE) y el edema pulmonar de altura (HAPE), que pueden ser potencialmente mortales. La gravedad de los síntomas varía de una persona a otra y depende de factores como la altitud alcanzada, la rapidez del ascenso y la aclimatación previa.
Es importante entender que el mal de altura no solo afecta a los corredores experimentados, sino que también puede impactar a quienes son nuevos en la actividad o aquellos que no están acostumbrados a la altitud. Por lo tanto, es fundamental estar bien informado y preparado para minimizar los riesgos.
Síntomas del mal de altura
Los síntomas del mal de altura pueden aparecer de manera gradual y, en algunos casos, pueden confundirse con el cansancio normal de una carrera. Los más comunes incluyen:
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Dolor de cabeza: Este es uno de los síntomas más frecuentes y puede variar en intensidad. Puede comenzar como una leve molestia y convertirse en un dolor punzante si no se toman medidas adecuadas.
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Náuseas y vómitos: La sensación de malestar estomacal es común a medida que el cuerpo lucha por adaptarse a la falta de oxígeno. Esto puede dificultar no solo la carrera, sino también la capacidad de disfrutar del entorno natural.
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Fatiga extrema: La falta de oxígeno puede provocar una sensación de agotamiento que no se alivia con el descanso. Esto puede hacer que incluso los corredores más experimentados se sientan incapaces de continuar.
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Dificultad para dormir: A medida que se asciende, muchas personas experimentan problemas para dormir, lo que puede agravar los síntomas de fatiga y debilidad.
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Mareos y confusión: La falta de oxígeno también puede afectar la función cognitiva, lo que puede provocar desorientación y dificultad para concentrarse.
Reconocer estos síntomas es esencial, ya que ignorarlos puede llevar a condiciones más graves. Si se presentan, es importante tomar medidas inmediatas para evitar que la situación empeore.
Prevención del mal de altura
La prevención del mal de altura es clave para disfrutar de la experiencia de correr en montañas. Aquí hay algunas estrategias efectivas que pueden ayudar:
1. Aclimatación gradual
La aclimatación es el proceso mediante el cual el cuerpo se adapta a la altitud. Para minimizar el riesgo de mal de altura, es recomendable ascender gradualmente. Esto significa que, en lugar de subir rápidamente a grandes altitudes, se debe permitir que el cuerpo se adapte al cambio de presión y oxígeno.
Una buena regla general es no ascender más de 300 a 500 metros por día una vez que se supera los 2,500 metros. Si se planea una carrera en altitudes elevadas, es aconsejable pasar varios días en un campamento base a una altitud intermedia antes de realizar el ascenso final. Esto permitirá que el cuerpo produzca más glóbulos rojos, mejorando la capacidad de transporte de oxígeno.
2. Hidratación adecuada
Mantenerse hidratado es crucial en altitudes elevadas. La deshidratación puede agravar los síntomas del mal de altura y dificultar la aclimatación. Se recomienda beber suficiente agua antes, durante y después de la carrera. Una buena práctica es consumir al menos 3 a 4 litros de agua al día en altitudes elevadas, aumentando la ingesta si se realiza actividad física intensa.
Además de agua, es beneficioso incluir bebidas que contengan electrolitos para reponer los minerales perdidos a través del sudor. Esto no solo ayuda a mantener la hidratación, sino que también mejora el rendimiento físico.
3. Alimentación balanceada
Una alimentación adecuada también juega un papel importante en la prevención del mal de altura. Consumir alimentos ricos en carbohidratos puede proporcionar la energía necesaria para afrontar el esfuerzo físico. Alimentos como frutas, granos integrales y verduras son ideales para mantener niveles de energía estables.
Además, es recomendable evitar comidas pesadas y grasas antes de correr, ya que pueden causar malestar estomacal. Optar por comidas ligeras y fáciles de digerir puede ayudar a mantener el rendimiento y minimizar el riesgo de náuseas.
Qué hacer si se presentan síntomas
Si, a pesar de tomar las precauciones necesarias, se presentan síntomas de mal de altura, es fundamental actuar de inmediato. Aquí hay algunas pautas a seguir:
1. Descender a una altitud más baja
La medida más efectiva para aliviar los síntomas es descender a una altitud más baja. Esto permite que el cuerpo recupere el equilibrio y se adapte nuevamente a la presión atmosférica. Si es posible, desciende al menos 500 metros tan pronto como se sienta mal.
2. Reposo y recuperación
Tomarse un tiempo para descansar es esencial. Si los síntomas son leves, encontrar un lugar seguro para sentarse y recuperarse puede ser suficiente. A veces, simplemente tomarse un respiro y relajarse puede ayudar a que los síntomas disminuyan con el tiempo.
3. Buscar ayuda médica
Si los síntomas son graves o no mejoran con el descenso y el reposo, es importante buscar atención médica. Esto es especialmente crucial si se experimentan síntomas más severos como confusión, falta de coordinación o dificultad para respirar, ya que pueden ser signos de condiciones más peligrosas como el HACE o el HAPE.
Conclusión
Correr en montañas puede ser una experiencia increíblemente gratificante, pero también conlleva riesgos asociados al mal de altura. Conocer sus síntomas y las estrategias de prevención adecuadas es esencial para disfrutar de la aventura sin comprometer la salud. La aclimatación gradual, la hidratación, una alimentación equilibrada y estar atento a los signos del mal de altura son claves para tener una experiencia segura y placentera en las alturas.
Recuerda siempre que la seguridad es lo primero. Si sientes que algo no va bien, no dudes en descender y buscar ayuda. Con la preparación adecuada y el conocimiento necesario, podrás disfrutar de cada carrera en la montaña y crear recuerdos inolvidables.